"Quiero saber, quiero follar, quiero correrme, los deseos sexuales de las adolescentes son ilimitados". La colegiala Ayame fue vista por un viejo vecino mientras leía un libro pornográfico que había comprado en la calle. Un nuevo florecimiento sexual de una estudiante de honor que sólo se sonroja cuando se dicen malas palabras y los jugos corren por su trasero.