Aina se hizo cargo de un hombre que estaba en cuclillas cerca de la casa y que sufría un golpe de calor. El nombre del hombre era Kamiya. Cuando supo que Aina era empleada de la oficina de asistencia social, confesó que estaba desempleado y pidió ayuda. Aina, que siempre se ha preocupado por ella, no puede dejarla sola y le ruega su amabilidad.