Himari tiene un hijo problemático, atrapado robando en una tienda de conveniencia. Ella es convocada por el gerente a la tienda y se disculpa desesperadamente. Pero Tony, el gerente, un colega serio, se da cuenta de inmediato del potencial de la situación, incluso más después de que él revisa el trasero de Himari en sus jeans ajustados. Lo más triste es que el hijo todavía está allí mientras ella está siendo golpeada. Bastante maldito.