Vivo con mi suegra y mi esposa. Desde un momento, no pude quitarle los ojos de encima a mi suegra. Ella disfrutaba sola de la alegría mientras sudaba. Desde aquella vez que la vi accidentalmente. Una noche, la primera vez en mucho tiempo, mi esposa me montó, pero me negué porque estaba cansado. Cuando mi suegra me preguntó sobre esa conversación, confesé que no podía sacar a mi suegra de mi cabeza...