Aunque el tiempo en esto fue bastante corto, fue suficiente para que el director se diera cuenta del atractivo y el encanto de las nalgas regordetas de la secretaria que no había conocido durante mucho tiempo.
No fue hasta que ella se durmió que él comenzó a jugar trucos sucios, despojándose de cada pieza de ropa de su cuerpo y cometiendo actos miserables.
Aunque lo hizo con mucha delicadeza, todavía no podía pasar de los ojos de las secretarias lascivas, ella ya lo sabía, pero tal vez debido a su personalidad lasciva y sintiéndose sola, simplemente lo disfrutó en silencio. Era cierto que las secretarias lascivas y los directores tuvieron suerte.
