Reiko vive una vida matrimonial normal. La única insatisfacción es que el deseo sexual de mi esposo ha ido disminuyendo y nuestras noches no son satisfactorias. Un día, un hombre se convierte en el nuevo subordinado de su esposo y viene a casa. Ese hombre había sido el entrenador de cuerdas de Reiko y había hecho florecer su lado más sádico. Reiko no pudo ocultar su sorpresa y confusión ante este encuentro fortuito. "Cuánto tiempo sin verte... señora." Mi cuerpo, que ya había olvidado el pasado y se había acostumbrado a una vida matrimonial común con mi esposo, comenzó a sentir un cosquilleo.